¿Rito alterno y de igual valor a la Comunión en la boca?

¿o "indulto" por no comulgar de la forma tradicional?

Aquí resolvemos esas dudas


23/8/12

Comunión y confesión de separados o divorciados que se han vuelto a casar por lo civil o viven en unión libre


Cedemos este espacio para reproducir el artículo que un sacerdote argentino escribe sobre la dolorosa cuestión de las personas separadas o divorciadas y vueltas a casar por lo civil o unidos maritalmente en unión libre.

Aunque no es un tema que necesariamente esté de acuerdo con los objetivos de este blog, lo tratamos por estar muy relacionado con la Comunión en cualquiera de sus formas y por ser de suma importancia para quienes viviendo en esta situación, muy dolorosa pero real y lamentable, la puedan conocer y tratar de la mejor forma.

Si la vives este artículo te interesa pues da luces sobre que hacer y como actuar de acuerdo al Magisterio de la Iglesia para no perjudicar tu propio crecimiento personal en la fe.





"LA MISERICORDIA EN LA VERDAD"*

Sobre la Confesión y la Comunión de los divorciados en nueva unión.

"Como sacerdote no es fácil ni agradable tener que decirle a alguien que se encuentra en una situación matrimonial irregular y que se acerca al confesionario que no es posible darle la absolución o la Comunión sacramental debido a su situación.
Las veces que me ha tocado hacerlo, generalmente en la basílica de Luján, lo han asumido con dolor pero sin resistencia ni rebeldía.

Tampoco se trata de un “no” rotundo y definitivo (nada en este mundo es definitivo) sino que, a partir de allí, se genera un diálogo franco e inmensamente rico que abre la posibilidad a otros caminos de comunión con el Señor y con la Iglesia.

El tema es cuando alguien dice: “Pero Padre… a mí el Padre “Fulano” me dio permiso para comulgar”. En ese caso yo respondo: -“¿Vos querés que yo te diga la verdad o que te mienta?” -“Noooo, que me diga la verdad, Padre” -“Bueno, yo te estaría engañando si te dijera que podés pasar a comulgar tranquilamente o si te doy la absolución como si nada”

No falta tampoco el fiel que, confundido, va “de cura en cura” recabando distintas opiniones sobre el particular y dice: -“Padre, quisiera escuchar su opinión… porque tal padre me dijo una cosa distinta” - “¿Pero vos querés escuchar mi opinión o lo que dice la Iglesia?” -“Y nooo, lo que dice la Iglesia, Padre” Entonces lo entienden, con dolor, pero lo entienden.

De modo que la gran confusión se crea cuando algún sacerdote, movido por una falsa misericordia (aunque tenga toda la buena intención) y creyéndose con la libertad de actuar por encima de lo que enseña la Iglesia, le permite al penitente recibir la absolución o la Comunión sacramental.

Recientemente, en Alemania, 160 párrocos de la arquidiócesis de Freiburg declararon públicamente que ellos suministran la Eucaristía a los divorciados vueltos a casar.
Los sacerdotes, que representan alrededor de un séptimo del clero de Freiburg, declararon en su manifiesto que están “completamente conscientes” de violar la postura de la Iglesia.
“Con nuestra firma expresamos que, en nuestra actividad pastoral en relación con los divorciados que se han vuelto a casar, nos dejamos guiar por la misericordia”, citando el principio salus animarum suprema lex (la salvación de las almas es la ley suprema)… En nuestras comunidades, los divorciados que se han vuelto a casar comulgan y reciben los sacramentos de la reconciliación y de la unción de los enfermos, con nuestra aprobación”

Esto que ha ocurrido en Alemania de una manera explícita y que supone un cisma “de hecho” al entrar consciente y públicamente en oposición a la doctrina de la Iglesia, ocurre también en otras partes del mundo, incluyendo la Argentina, aunque no expresado de forma tan pública y notoria como en el caso alemán.

Recientemente, el arzobispo de Mercedes – Luján, Mons. Agustín Radrizzani, ha enviado una carta al movimiento de Cursillos de Cristiandad y a su sacerdote asesor pidiendo se cese en la práctica que hasta el momento se venia dando en dicho movimiento de dar la comunión a divorciados.

Entre otras cosas el Sr. Arzobispo expresa:

“Desde que llegué a esta Iglesia particular con frecuencia he escuchado quejas, tanto de sacerdotes como de laicos, de casos de hermanos nuestros que encontrándose en una situación irregular con relación al sacramento del matrimonio son admitidos a la Comunión Eucarística durante los Cursillos. Sabemos que estos hermanos no pueden recibir el Santísimo Sacramento. Ellos nos acompañan en la celebración de la Misa haciendo la comunión espiritual… Por otra parte, el hecho de acceder a la Comunión por parte de quienes no están en condiciones de hacerlo genera escándalos y divisiones dado que además de actuar al margen de la enseñanza de la Iglesia muchas veces ocurre que al regresar los cursillistas a sus parroquias preguntan a los párrocos por qué no los dejan comulgar cuando en el Cursillo se lo permitieron dando la impresión que en esta cuestión tal autorización queda a criterio de cada sacerdote y no debería ser así. Reitero que sería muy triste que un movimiento con tantas cosas buenas por un descuido de nuestra parte divida al clero y a los laicos generando confusiones”

En esta carta del arzobispo se ve con claridad por qué los fieles llegan a un estado de mucha confusión al ser orientados por sacerdotes que actúan con criterio propio en la materia.

Asimismo el Papa Benedicto XVI hace muy poco, durante el VII Encuentro Mundial de las Familias en Milán, respondió a una pareja de psicólogos que trabajan con familias en dificultad que el problema de las personas divorciadas y vueltas a casar es "uno de los grandes sufrimientos de la Iglesia" y que no existen "recetas simples". «A los divorciados vueltos a casar tenemos que decirles que la Iglesia los ama, tienen que verlo y sentir que realmente hacemos todo lo posible para ayudarles… No están ‘fuera’ de la Iglesia… Aunque no puedan recibir la absolución ni la Eucaristía, viven plenamente en la Iglesia”.

También el Secretario del Pontificio Consejo para la Familia, Mons. Jean Lafitte, acaba de señalar que "las personas que por una u otra razón no pueden recibir la Santa Comunión, o comulgar, siempre pueden tener una comunión espiritual fructífera…"

Esto no es una disciplina inventada por la Iglesia", recordó, y por lo tanto, en el matrimonio, "los cónyuges hacen un pacto con Dios, y Dios hace un pacto con ellos", que crea un sacramento indisoluble.
Una segunda unión "lo convertiría en algo contradictorio y contrario a lo sacramental"

Queda claro entonces que la actitud de negar la absolución o la Comunión no es una actitud inmisericorde o legalista por parte del sacerdote sino una decisión dolorosa pero que parte de la verdad misma de Dios que es autor de los sacramentos. El sacerdote no es el “dueño” de los sacramentos, sino su administrador.

He escuchado también sobre sacerdotes que (según ellos avalados por su obispo) al saber que no pueden dar la absolución sacramental en estos casos referidos dan la absolución “en parte”, es decir: “Yo te absuelvo de todos tus pecados menos de este que no puedo…” Yo jamás había escuchado algo semejante, al menos en el seminario no me lo enseñaron… Luego, consultando con quienes saben más que yo, me dijeron que eso no se puede hacer, que es una barbaridad… y un gran engaño a los fieles que se acercan de buena voluntad. Y esto pasa no muy lejos de aquí…

En fin, nunca se puede remediar el error con otro error… La verdad puede ser dolorosa y sonar “dura” muchas veces, pero es el único camino que conduce a la santificación de los fieles y a la plena comunión con la Iglesia.
Decía Santo Tomás de Aquino que “La justicia sin misericordia es crueldad; la misericordia sin justicia es la madre de la disolución” De modo que ni “condenaciones” ni absoluciones “a medias”… Ni crueles ni disolutos, sino misericordiosos en la verdad."

*Pbro. Domingo Alberto Soria, Delegado Episcopal para la Liturgia, Arquidiócesis de Mercedes - Luján


Nota del director del blog: Eso es lo que deben hacer todos los que vivan en una situación parecida siendo católicos, hablar con el párroco, abstenerse de comulgar y seguir sus indicaciones, aunque sea doloroso (es entendible que lo sea), pero es lo mejor.

Y eso tiene un fundamento muy claro, y es que Pablo dice en una de sus cartas que no se debe comulgar indignamente, o sea, teniendo algún problema o pecado grave que lo impida.

Es una lástima que personas en esas situaciones no se sinceren con el Sacerdote y comulguen como si nada porque pueden estarse haciendo daño a si mismos, impidiendo su adecuado crecimiento de fe, porque de pronto no han entendido suficientemente el Misterio que está contenido en la Eucaristía. Muchas veces piensan que no hay ningún problema en hacerlo y que los sacerdotes no lo permiten por criterio de ellos y no es así.

Y ese es el propósito de haber publicado este artículo, que tal vez algunos tomen conciencia y hagan lo que mas les conviene, no lo que desean porque puede perjudicarles, como ya dijimos, su crecimiento personal de fe.